domingo, 18 de noviembre de 2012


La muerte es el final
He pasado bastantes momentos agradables a su lado. Ahora creo que ha llegado el momento de tomar caminos separados. Las cosas después de un tiempo en una relación se vuelven diferentes. La rutina y el tiempo van acabando con la magia del amor. Y justo en este momento es cuando más la amo.
Me pregunto ¿por qué hay personas que prometen algo que no piensan cumplir? Pues las hay. No tengo bases para afirmar que esa mujer ala que tanto quiero no siente ya amor por mí. Es torturante pensar cosas como: ¿con quién pasará su tiempo? ¿Con quién hará el amor?
Ayer cuando nos vimos me dijo lo que yo ya sospechaba. Ella estaba muy enfadada conmigo. Al momento que mencionó que lo nuestro no podía seguir más, yo quería morirme. Las palabras no salían de mi boca. Tras algunos segundos pude tranquilizarme y la abrasé. Me despegué de ella y partí de ese lugar.
En ese momento no pude, pero tenia tantas cosas que decirle. Quería convencerla  de no terminar nuestra relación. Desgraciadamente no lo hice y ahora no pienso hacerlo.
Al siguiente día bebí la botella de vino de mi padre. También tome su navaja y rasgué mi brazo con ella, causándome una herida grande que no paraba de sangrar. Ese dolor que siento en mi brazo y la falta de noción que me causa el alcohol, lejos de ayudarme a no sentir un agudo dolor en el corazón, me ponen peor.
No podía sentirme más mal. Tenia ganas de morirme. En mi cabeza oía pensamientos que me decían que todo estaría bien. Y que el tiempo sanará las heridas que causó su partida. Pero no podía creer que solo hacía falta tiempo para dejar de sentir ese dolor.
Había tomado la decisión de quitarme la vida. Quizás suena estúpido y ridículo quitarse la vida solo por una la decepción amorosa de una mujer, pero en ese momento no podía ver mi vida sin ella. Subí al puente peatonal que está en la avenida cerca de mí casa. Miré por varios minutos los autos que pasaban por de bajo de mí.
Subí al barandal y me lancé. Perdí el conocimiento. Al despertar en el hospital, solo podía lamentarme de no haber muerto. Era imposible quitarme del pensamiento a la causante de mi desgracia. Me cuestionaba ¿por qué no me muero?
Ahora no puedo pensar mas que en dos cosas: en ella y en morirme. Le he pedido a dios que por favor ella vuelva a mí. Y si no es así quiero morirme. Mientras tanto continuaré con este infierno en el que he decidido vivir.


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