lunes, 5 de noviembre de 2012

Decepción

 El día de ayer al fin pude verla. Hable con ella. Le dije que la había extrañado, que la quería y le di un beso. Estuvimos conversando por dos horas. Ella solo me dijo que no podía continuar con la situación que nos acogía a ambos.

Me sentí muy triste me di cuenta que no era como antes. Realmente sentía que la magia del amor se había terminado. Me despedí de ella y me fui de ese lugar.
Dos días después de verla, mientras iba caminando por la calle encontré a un amigo muy querido. Por la emoción de vernos decidimos ir a tomarnos una cerveza y platicar de nosotros.
Cuando en me pregunto si tenia novia yo le dije que si y no pude evitar comentarle mi historia con ella. Cuando mi amigo mencionó que conocía a mi novia no me sorprendí, pero cuando me dijo que ella pretendía a otros hombres realmente eso hizo que el mundo se viniera encima de mí. Enseguida le pregunte que como sabia el esas cosas y me contestó que sus amigos la conocían y hablaban mucho de ella.
Carajo! No lo podía creer me dio mucha furia en contra de ella. Me cuestionaba si acaso podía ser cierto que ella fuera capaz de hacerme eso a mí. No podía pensar ni siquiera que ella me fuera infiel. ¿Es que acaso realmente no me amaba? Después de todos los momentos tan agradables que habíamos pasado os dos juntos. Después de todas las cosas que yo había sacrificado por ella. Y de todo lo que yo le había dado. Era posible que ella me traicionara a mí. En esos momentos yo quería morirme, comencé a recordar todas mis decepciones amorosas y me preguntaba si acaso siempre iba a ser así.  En verdad pensaba que había encontrado en ella al amor de mi vida. Quedé completamente decepcionado.
Me despedí de mi amigo. Fui a mi casa me recosté en mi cama y muchos pensamientos negativos hacia ella pasaron por mi mente. No pude evitar llorar. Miré mi celular y pensé en mandarle un mensaje para poder vernos. Pero no quería pensar mas en ella ni quería mucho menos verla. Tenía un miedo excesivo a saber que todo lo que había escuchado fuera verdad.
Me decidí a escribirle un mensaje en texto para vernos al día siguiente. La verdad me sentía estúpida y aunque era algo impulsivo sentía muchas ganas de gritarle en su cara que era una maldita zorra.

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